Los seres humanos nacen más desvalidos que cualquier otra criatura. La plasticidad del cerebro infantil integra las influencias genéticas, las experiencias tempranas y la influencia del entorno familiar y social, especialmente durante los primeros años. Por ello, los acontecimientos adversos sufridos en esta etapa desempeñan un papel importante en el futuro de los menores. Actuar a nivel psicológico y social es fundamental para desarrollar las fortalezas de los menores ante el estrés.