Desde el punto de vista artístico, la colegiata (hoy catedral) de Santa María de Tudela ha tenido tradicionalmente dos grandes focos, que han centrado la atención de aficionados y especialistas: el claustro románico y la puerta del Juicio perteneciente al primer gótico. Sin embargo, sin salir de la Edad Media, encontramos obras muy interesantes, como los tres retablos de pintura del XV o los monumentos funerarios con decoración figurativa góticos, en los que se centrará la conferencia. Se trata de cinco ejemplos, lo que supone el conjunto más importante de este género existente en Navarra tras la catedral de Pamplona. El anónimo sepulcro localizado en el pasadizo que comunica la iglesia con el claustro -tradicionalmente atribuido a un familiar de Sancho el Fuerte-, la supuesta sepultura del deán López Arceiz de Olcoz, la del canónigo Richart Aleixandris, la tumba del deán -y luego obispo de Pamplona- Sancho Sánchez de Oteiza y la del canciller Francés de Villaespesa y su esposa. Los tres primeros han pasado casi completamente desapercibidos aún para los tudelanos. Los dos últimos son más conocidos y han concentrado el interés de los investigadores por su calidad, su vinculación a un artista famoso como el escultor Johan Lome -Sánchez de Oteiza- o su rico e interesante programa iconográfico -Villaespesa-. Se escalonan a lo largo de todo el periodo gótico, desde XIII -el primero-, pasando por el XIV -los dos siguientes- y culminando en el XV -los dos últimos-. Responden además a distintas tipologías: lauda -Richart Alexandris-, cama sepulcral exenta – Lope Arceiz de Olcoz- y arcosolio -anónimo, Sanchez de Oteiza y Villaespesa-.