El dilema del prisionero plantea una situación hipotética en la que dos presos implicados en un delito deben escoger entre delatar a su compañero, con la consiguiente recompensa por ello, o no delatarse mutuamente. Es decir, se debaten entre seguir una estrategia coordinada en la que ambos podrían estar mejor (no delatarse) y otra estrategia “egoísta” que, paradójicamente, puede llevar a que ambos salgan peor parados al proporcionar pruebas de la implicación de ambos. La teoría predice que, a pesar de ser peor para ambos, la estrategia egoísta prevalecerá. ¿Porqué? ¿Siempre será así? ¿Se podría evitar de alguna manera?
Aunque el dilema del prisionero pueda parecer una historieta algo anecdótica es en realidad una parábola que sirve para comprender, en sus muchas variantes, numerosos problemas en el ámbito de la sociología, la economía, la política e incluso la biología. Problemas como el calentamiento global, la gestión de los comunales, las escaladas bélicas, las campañas de vacunación o los acuerdos entre grandes corporaciones se pueden entender a través del dilema del prisionero… ¡Y también situaciones cotidianas como el reparto de labores en un piso de estudiantes, porqué los monos gritan cuando atisban un depredador, el éxito de una escapada de ciclistas, la abundancia de cacas de perros en los jardines, o la colaboración para la realización de un trabajo de grupo en clase!
El dilema del prisionero es el ejemplo más conocido dentro de lo que se conoce como Teoría de Juegos, que analiza las tomas de decisiones de agentes en un entorno estratégico (cuando los resultados de cada individuo son el resultado de las propias decisiones y de las de los demás). Pero existen otros muchos ejemplos de “juegos” que sirven para explicar otros tipos de situaciones, tales como el “juego del ultimátum”, el “juego del ciempiés” o “la batalla de los sexos”. En esta charla nos centraremos en el dilema del prisionero y, si hay tiempo suficiente, daremos alguna pincelada de algún otro tipo de juego.